A través de la
historia, esta frase ha resonado muchas veces desde una perspectiva negativa,
dejando ver a un Dios amenazador, juez que sólo espera que el hombre caiga para
juzgarlo y reprocharle su caída.
Sin embargo, mamá Margarita nos enseña
que esto no es así, sino que esta frase deja al descubierto la presencia
amorosa de Dios en nuestra vida. Esta santa mujer comprendió bien esta
realidad. Por eso, cada vez que podía, y a veces para prevenir algún peligro,
se las repetía a sus queridos hijos, introduciéndolos así en la presencia
paterna de Dios.
Dios, por medio de mamá Margarita,
grabó en el corazón de Juanito Bosco esta frase para que nunca la olvidara, ya
que esta formaría parte vital del proyecto que Dios tenía para él.
Juan Bosco, desde muy pequeño, fue
enseñando con su palabra y su testimonio lo que había aprendido de su madre.
Hasta el punto de ir materializando, poco a poco, ésta enseñanza con los
oratorios festivos.
Después Juan comprendió que el poner
en práctica la enseñanza de su madre era cumplir la voluntad de Dios. En esto,
Dios le reveló a Juan la vocación a la cual Él lo había llamado.
Don Bosco, desde el inicio de su
apostolado, tuvo la inquietud de trabajar por los jóvenes más pobre y en
peligro y guiado por Don Cafasso pudo ir dando respuesta a esta inquietud.
Como lo aprendió de su mamá, Don
Bosco comenzó toda su obra introduciendo a sus primeros jóvenes en la presencia
de Dios. Este deseo de hacer que los jóvenes vivieran en presencia de Dios lo
llevó siempre a buscar a los jóvenes e ingeniarse la forma más adecuada de
atraerlos a Él.
Por esta razón, la obra de Don Bosco
toma el nombre de oratorio. Oratorio como lugar de oración y qué es la oración,
sino estar en presencia de Dios, un encuentro con Él.
El Oratorio es la presencia de Dios
que se vive en el juego, la música, los estudios, el compartir con los otros y,
especialmente para Don Bosco, en la Eucaristía y la Reconciliación. Y
todo lo que se hace en el Oratorio es expresión de la alegría de saber que vivimos
en presencia de Dios.
Cuántas veces mamá Margarita,
estando en el Oratorio de Valdocco, repitió a los hijos de su hijo la frase que
siempre le había dicho a su querido hijo Juan.
El “Dios te ve” de mamá Margarita nos abre la
puerta a la Espiritualidad
Juvenil Salesiana, especialmente a la vivencia de Dios en lo
cotidiano y vivir a Dios en lo cotidiano es vivir en Oratorio.
Anyelo Pereira SDB
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