lunes, 9 de enero de 2012

Le Siguieron...

Lo deja todo el que no guarda nada para sí. Lo deja todo el que, sin reservarse nada para sí, abandona lo poco que posee. Nosotros, por el contrario, nos quedamos atados a lo que tenemos, y buscamos ávidamente lo que no tenemos. Pedro y Andrés pues, abandonaron mucho a renunciar los dos al mero deseo de poseer. Abandonaron mucho puesto que, renunciando a sus bienes, renunciaron también a sus grandes ambiciones. Así pues, al seguir al Señor renunciaron a todo lo que hubieran podido desear se no le hubiesen seguido. Que nadie, pues, incluso en que ve que algunos han renunciado a grandes riquezas, no diga para sí mismo: "Mucho quisiera yo imitarles en su menosprecio de este mundo, pero no he dejado nada". Abandonáis mucho, hermanos míos, se renunciáis a los deseos terrestres. Y el Señor se contenta con nuestros bienes exteriores, por mínimo que sean. Porque, en efecto, lo que él aprecia es el corazón y no los bienes; pone más atención en las disposiciones que acompañan a la ofrenda que le hacemos, que a la misma ofrenda. Porque se tenemos en cuenta los bienes exteriores, vemos que nuestro santos comerciantes han pagado con sus redes y sus barcas la vida eterna que es la de los ángeles. El Reino de Dios no tiene precio. sin embargo sólo vale lo que tenéis...




Samuel Hugo López P. 




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