Los pobres tienen sed de agua, paro también de paz,de verdad y de justicia. Los pobres están desnudos y necesitan vestidos, pero también dignidad
humana y compasión por los pecadores. Los pobres no tienen hogar y necesitan
un refugio hecho ladrillos, pero también un corazón alegre, compasivo y
lleno de amor. Están enfermos y necesitan atención médica, pero también
una mano caritativa y una sonrisa acogedora. Los excluidos, los que son
rechazados, aquellos que no son amados, los presos, los alcohólicos, los
moribundos, los que están solos y abandonados, los marginados, los
intocables y los leprosos..., los que viven en la duda y la confusión,
los que no han sido tocados por la luz del Cristo, los hambrientos de la
palabra y de la paz de Dios, las almas tristes y afligidas..., los que
son una carga para la sociedad, que han perdido toda esperanza y fe en
la vida, los que olvidaron cómo sonreír y los que no saben lo que es
recibir un poco de calor humano, un gesto de amor y de amistad - todos ellos,
se vuelven hacia nosotros para recibir un poco de consuelo. Si les damos
la espalda, damos la espalda a Cristo
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